SINGLADURA

Un niño o una niña la depositó sobre el agua, 
(o quizá fuera algún adulto...)
el caso es que ver aquella barquita
tan frágil y tan segura
surcando el agua estancada 
de aquella piscina que hibernaba,
despertó a la niña que hay en mí.

Y aún sigo por esas aguas,
navegando por un infinito
sin muros; 
como si la piscina 
no tuviera esquinas 
contra las que chocar 
en la deriva. 

Sobre ese agua inmóvil 
que ansía
la primavera

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